Seguimos la serie de artículos sobre la industria de Tecnología de la Información con esta nota que busca contextualizar el posicionamiento de los ingenieros informáticos chilenos en el marco internacional, en términos de formación y competencia profesional.

FORMACIÓN

En términos de cantidad, en Chile se gradúan cada año cerca de cinco mil ingenieros mientras que en China por ejemplo, la cifra es de 500 mil y en Estado Unidos de 80 mil. Juan Carlos de la Llera, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de Chile afirma en una entrevista para La Segunda que “en Chile, fácilmente podríamos duplicar la cantidad de ingenieros al año y aún en este caso tendríamos un país con falta de capacidad.”

Además, la carrera universitaria de ingeniería civil en computación dura seis años, pero algunos estudiantes se demoran hasta el doble para obtener su título. En países de Europa por ejemplo, la misma carrera dura solo cuatro años y muchos de los estudiantes son reclutados por las empresas desde las aulas de clases e ingresan al campo laboral incluso antes de acabar formalmente su carrera, a edades muy tempranas de 20-21 años. “Es inaceptable que en este país se gaste siete, ocho o nueve años en formar un profesional. Tenemos que intentar acotar estos períodos porque tiene un costo no solo para la persona que estudia, si no que para toda la sociedad”, opina Juan Carlos de la Llera.

En cuanto a la calidad de la formación de los ingenieros informáticos, los chilenos tienen en general una buena fama en el mercado internacional, de ser serios, trabajadores y técnicamente muy capaces. La clave está también en un alineamiento permanente con las tendencias globales. La ciencia de la computación ha tenido un boom impresionante en los últimos años y sigue evolucionando con cada día. Por lo tanto, esto va de la mano con actualizaciones y cambios constantes en la malla curricular. La preocupación de las universidades debe estar en entregar una formación completa y de actualidad, para que los estudiantes que entrarán en un mercado laboral extremadamente competitivo puedan adaptarse a los requisitos de las empresas.

COMPETIVIDAD INTERNACIONAL

Ya sobra mencionar que hoy en día la tecnología está en todas partes: en las empresas, comercio, colegios, universidades e incluso en los hogares. Desde las transacciones bancarias y postulaciones en líneas hasta el programa de secado de la lavadora o el videojuego preferido de nuestros hijos, todo tiene como base procesos y aplicaciones. Y día a día se están desarrollando nuevas tecnologías. Por esto, en el mercado laboral nacional e internacional hay una gran demanda de programadores e ingenieros informáticos.

En Chile no existe cesantía en el mercado TI. Es más, hay una escasez de profesionales. Sin embargo, las inversiones en este ámbito siguen creciendo cada año con el fin de optimizar procesos, reducir costos e implementar nuevas herramientas. En estas circunstancias empresas chilenas se ven obligadas a mirar hacia los países vecinos como Argentina, Perú o Brasil en el proceso de reclutamiento o exteriorizar servicios en China o India.

Por otro lado, programadores que prefieren trabajar como freelancers son contratados en proyectos con capital internacional generando importantes ingresos en el país cada año. En el mismo rubro empresarial, gigantes de la industria TI como Google o Amazon están reclutando programadores en Santiago, con ofertas de trabajo en equipos internacionales, en sus oficinas de Estados Unidos o a distancia. En este contexto, las empresas chilenas deben tener bien claro con quienes compiten. Un programador puede tener una entrevista hoy para un desarrollador de videojuegos chileno y mañana para Google. ¿Qué le puede ofrecer uno y no el otro? ¿A quién va a elegir?

Sin embargo, a pesar de aumentar aún más la competitividad en este mercado laboral, el proceso de internacionalización tiene, obviamente, repercusiones positivas en el intercambio de conocimiento y en fortalecer las mejores prácticas para lograr una ingeniería de nivel mundial. Ahora, muchas veces la limitante es el idioma, ya que en Chile no se habla un buen nivel de inglés, aunque la situación va mejorando. En nivel ejecutivo (gerentes y jefaturas) el 70% de los chilenos habla inglés. Los jefes de proyecto también tienen interés en profundizar este idioma porque es así como van a acceder a cargos de mayor responsabilidad.

En cuanto a los lenguajes de programación, se requieren especializaciones que no existían hace cinco años atrás. Programadores, desarrolladores, expertos en bases de datos y redes se especializan en un mercado cada vez más diversificado y en continua transformación. Como ingeniero informático hay que ser consciente que la universidad ofrece una base pero que nunca puedes darte el lujo de dejar de estudiar o ponerte al día con los avances de las nuevas tecnologías. Especialmente en este ámbito laboral, un profesional que no se actualiza, después de dos años ya no sirve.

UNA INDUSTRIA JOVEN, EN CRECIMIENTO

Para resumir, hay que destacar que si bien la ingeniería informática chilena tiene un buen ranking entre los otros países en términos de profesionalismo, oportunidades laborales e inversión económica, aún le falta crecer e internacionalizarse más. Por lo tanto, ojalá se creen las condiciones óptimas para que el número de egresados en ingeniería informática se pueda duplicar en Chile y una vez entrados en el mercado, que no falte el intercambio de conocimientos a nivel internacional. Los ingenieros chilenos deben aprender a pensar fuera de la caja en términos profesionales, y ¿por qué no geográficos?