El año 2016 viene para cada uno de nosotros con nuevas aspiraciones en plan personal y laboral: tener un mejor puesto de trabajo, ganar más dinero, tratar de mejor forma a la gente, emprender viajes exóticos, formar una familia, aprender un nuevo idioma, comprar una casa, empezar un emprendimiento propio, etc. El inicio del año es un buen momento para analizar los hechos del año pasado y seguir mirando hacia adelante. ¿Qué hice bien? ¿Que podría mejorar? ¿Que aprendí y que tengo que dejar de hacer? ¿Qué es lo que quiero para los próximos doce meses? ¿Y para los siguientes cinco años? ¿Cuáles son mis aspiraciones? Tener claras las metas es el primer paso para cumplir con nuestros sueños.

En el artículo anterior hemos definido muy brevemente el liderazgo y el autoliderazgo. Hoy vamos a insistir sobre este tema, ya que tiene que ver muy de cerca con esto de cumplir nuestros sueños y metas para 2016 y más allá. Hay muchas definiciones y tipologías de liderazgo. Sin embargo todas tienen en común estos tres rasgos principales:

¡Actitud, actitud, tres veces ACTITUD!

Tenemos la tendencia de pensar que las personas que tienen éxito son extremadamente inteligentes, casi genios, lejos de un humano común y corriente. Y sí, efectivamente el coeficiente de inteligencia tiene mucho que ver en esto. Ser inteligente te permite terminar una facultad, un máster, tener una calificación y poder sobrevivir al sistema. Sin embargo, lo más probable todos tenemos dentro de nuestros círculos personas con muchas calificaciones y títulos pero que parecen nunca adaptarse a esta vida. Le va mal en todos los planos, están analizando demasiado las cosas y se quejan de lo que sea. También hay ejemplos bien conocidos en el mundo empresarial, en la música o incluso en la historia, de personajes que surgieron de abajo, sin permitirse el lujo de recibir una educación formal, que tuvieron una trayectoria con muchas dificultades pero que al final lograron la fama. ¿Entonces qué?

Según un artículo publicado recién por Stanford University, el nivel de éxito muestra la capacidad de cada uno de manejar el fracaso. Desde esta perspectiva hay dos tipos de personas: las que creen que pueden cambiar y las que creen que así nacieron y no podrán cambiar nunca. Los de la segunda categoría quedarán inertes frente a cualquier situación adversa que requiere un cambio o una adaptación, auto limitados en actuar por su propia personalidad. En cambio, los de la primera categoría piensan que pueden mejorar y se esfuerzan en que así sea. Toman retos, aprenden cosas nuevas y quedan abiertos a las oportunidades. Al final del día, son estos los que ganan, a pesar de que puedan tener un IQ inferior a los de la otra categoría. Solo para ilustrar, Walt Disney fue despedido del Kansas City Star porque “le faltaba imaginación y buenas ideas,” Henry Ford tuvo dos empresas de autos que fracasaron antes de su éxito con Ford y Steve Jobs fue despedido de Apple en 1985. La buena noticia es que, aunque cueste, la actitud de la mente abierta es un rasgo que se puede aprender. Si no lo tienes aún, se ve como una buena meta para este 2016.

El “darse cuenta” de la interdependencia de las cosas
Quizás es este el empujón o “el despertar” que cada uno necesitamos para liderar un cambio, una situación o auto liderarnos desde nuestra mente: darnos cuenta de que todo en este mundo está entrelazado en base a una simple relación causa y efecto / acción – reacción. El famoso “efecto mariposa” o “efecto dominó”: el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo.
Es fácil: Si quieres alcanzar tus sueños tienes que trabajar para que se concreten. Nada cae del cielo. Si quieres tener un cuerpo de modelo tienes que hacer el esfuerzo de levantarte temprano todas las mañanas y salir a correr, pasar muchas horas de ejercicios en el gimnasio y olvidarte para siempre de la comida chatarra. Si quieres ser un millonario y tener una super casa con tu propio helipuerto en el patio, tienes que trabajar duro y de forma inteligente, estar siempre informado, activar redes de contactos, proyectar tus finanzas, hacer inversiones, etc. Si quieres que la gente te trate bien, con respecto y empatía, tienes que hacerlo tu primero con los demás. Si quieres que tu mundo cambie, empieza por ti mismo. Hasta el gesto más pequeño puede influir en tu vida y en tu entorno.

Todos queremos ser felices, vivir tranquilos, sin preocupaciones, gozar de un buen cuerpo y buena salud, ser admirados y respectados. Nada nuevo bajo el cielo. ¿Pero cual es el precio que estamos dispuestos a “pagar” por todo esto? Nadie dice “quiero trabajar duro doce horas al día, sin siquiera almorzar” o “quiero estudiar todos los fines de semana, día y noche, durante dos años” o “quiero hacer la dieta más estricta, despertar todos los días a las cinco de la mañana y hacer ejercicios físicos hasta casi el punto de desmallarme”. Para alcanzar el éxito tienes que asumir el sacrificio que lo requiere. Sin esfuerzo no hay paraíso.

El liderazgo no se autoproclama. Nadie te va a seguir por que sí. El secreto es de realmente “llegar a la gente”: construir relaciones a largo plazo, escuchar con empatía, ofrecer soluciones cada vez que puedes. Muchas veces un nuevo líder llega a ser empoderado por un otro, porque de esto se trata. No protagonizar sino empoderar a la gente, invitar a los demás a salir de sus zonas de seguridad, mostrarles de que sí son capaces también de coordinar un equipo, hacer una presentación para el cliente más importante, defender públicamente un punto de vista, etc.

El líder sabe ver la motivación de cada una de las personas de su equipo y sabe encajarla bien en el rompecabezas del día a día laboral. Sabe cuando entregar más responsabilidades y nunca deja de lado el seguimiento y la retroalimentación. Además no disfruta el protagonismo. Esto de compartir los méritos no quita, sino SIEMPRE agrega valor.

Hay personas que nacen para ser líderes, que simplemente tienen todos los ingredientes para serlo: autoestima, carisma, equilibrio emocional, etc. ¡Bien por ellas! Hay otras en cambio a que les cuesta hacerlo, por sus propias limitaciones: pánico de hablar en público, falta de empatía, baja autoestima, miedo de equivocarse, etc. Sin embargo, todo es un tema de ACTITUD y de querer aprender. De querer auto superarte. Las habilidades se aprenden.
Dicen que la única persona con que te puedes comparar en esta vida eres tú mismo en el pasado. Entonces ¿qué harás en 2016 para ser una mejor persona de los que fuiste en el 2015? ¡Piénsalo!