Hay situaciones que nos gustaría evitar, sobre todo las que nos presionan sin dejarnos mucho espacio para hacer las cosas bien. Ocupando una analogía futbolística, es como si fuéramos perdiendo la final y jugáramos con 3 menos. Eso pasa cuando buscamos trabajo contra el tiempo, apenas logramos defendernos.
¿Y por qué llegamos a una situación tan desagradable?
Como en un partido de fútbol, la mayoría de las explicaciones pasan por los propios errores.

Primero, en el caso de los despedidos, muchas veces sí hay indicios de que algo ocurrirá, a veces porque los roces con el jefe son más frecuentes o porque las evaluaciones de desempeño no son tan buenas. Otras porque la dinámica del mercado hace poco relevante al área (típico caso de servicios tercerizados) o porque no se está llegando a las metas. Si uno mira su entorno con detalle, será capaz de darse cuenta dónde realmente está parado. Los que no vieron venir el despido, no se prepararon (adquirieron deudas de corto plazo con un nivel de gasto mensual alto) y tienen más probabilidades de buscar contra el tiempo.
En el segundo caso están los que decidieron renunciar porque estaban apestados de su trabajo, no aguantaban más; odiaban a su jefe, y lo poco ordenado de la empresa. O estaban disconformes de sus propias funciones y de la nula proyección. A veces simplemente se van sin un plan B. Los motiva una emoción de desagrado, de desilusión, y así es difícil concentrarse en lo que viene.
En ambos casos uno puede intuir que algo no anda bien mucho antes de que las cosas pasen, más aún en el segundo ejemplo. Uno puede anticiparse con ejercicios tan simples como preguntarse sobre su presente laboral, qué cosas me gustan, cuáles no, cómo es mi relación con mis colegas, jefes o subordinados, cómo me ven ellos, qué proyección veo, cuánto me cuesta levantarme para ir a trabajar; además de mirar a la empresa, y pensar en sus planes, qué pasa en el mercado y en mi área… Lo importante es anticiparse y estar preparado, pero no vivir paranoicos!!
Cuando los hechos están consumados, aun cuando se intentó ser precavido, lo peor que uno puede hacer es ponerse a buscar como loco sin pasar por una introspección y sin pensar en lo más importante, qué es lo que quiero. Las estadísticas de empleabilidad dicen que en promedio la gente demora entre uno y seis meses en encontrar trabajo, pero lo que no dice, es qué tipo de trabajo. Cuando se está contra el tiempo, es común ver a ingenieros amigos postulando a todo, literalmente todo. En una semana envían 100 CVs a todos los avisos que se le cruzan. Más o menos consiguen unas 3 entrevistas y a veces no pasan el primer assessment. En cada uno de ellos deben explicar por qué están cesantes, con la desventaja que implica echarle la culpa a alguien (es difícil no parecer como una persona complicada, sea porque fueron despedidos o renunciaron). Todo esto produce mucha frustración.
Y están así hasta que encuentran trabajo, aunque ya se imaginan que el sueldo no es exactamente tan atractivo, ni las responsabilidades, y para qué decir que las funciones tampoco. En definitiva se obtiene lo que se pudo, nunca lo que se quiso. Y lo que se pudo no es otra cosa que otro problema, otra ventana para estar disconformes y buscar mientras tanto una alternativa mejor. En esto pierde la persona, primero porque se salta su plan de carrera, segundo porque en su CV aparecerá con muy poco tiempo en una empresa y tercero porque tendrá que solucionar este nuevo problema. Y también pierde quien lo contrata porque tendrá que encontrar otra persona.
Como ya lo hemos dicho, buscar trabajo es un trabajo en sí mismo. Requiere poder contestar lo fundamental: qué quiero; luego diseñar el cómo llegar a ello (plan de carrera) y por último tener la disciplina y fuerza de voluntad para cumplirlo, no importando que se esté contra el tiempo.